El deshielo del permafrost en Europa parece ya inevitable

Fuente: Investigacionyciencia.es

La descongelación de grandes regiones de permafrost es ya un proceso imparable. Esa es la conclusión a la que ha llegado un grupo de investigadores liderados por Richard Fewster, de la Universidad de Leeds, tras examinar mediante modelos climáticos las posibles repercusiones del calentamiento global en los suelos. Los resultados de su estudio se han publicado recientemente en la revista Nature Climate Change.

En la actualidad todavía existen vastas turberas de permafrost en áreas septentrionales de Finlandia y la península escandinava, así como en una extensa región de Siberia occidental. En ellas, el subsuelo se encuentra congelado de forma permanente. Debido a que las plantas que crecen en el corto verano ártico apenas se descomponen, el dióxido de carbono que normalmente se libera durante la putrefacción de la materia vegetal permanece en el suelo.

Sin embargo, esas zonas de permafrost corren el riesgo de descongelarse en el futuro a causa del cambio climático, que trae consigo un aumento de las temperaturas y de las lluvias en esas regiones. Como resultado, la materia orgánica que contienen se descompondrá y se liberarán ingentes cantidades de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono y el metano, que a su vez favorecen el cambio climático.

En primer lugar, Fewster y sus colaboradores determinaron qué condiciones climáticas deberían cumplirse para preservar los suelos de permafrost. A continuación, empleando los modelos climáticos más recientes, simularon dónde se darán en el futuro tales condiciones. Para ello consideraron diferentes supuestos: en los más optimistas, se logra reducir drásticamente las emisiones de CO2 y mantener el calentamiento global por debajo de los dos grados Celsius, mientras que, en los escenarios más pesimistas, las emisiones apenas disminuyen o no lo hacen en absoluto.

Los investigadores concluyeron que, a partir de 2040, en ninguno de esos supuestos prevalecerán en el norte de Europa las condiciones climáticas necesarias para que puedan conservarse los suelos de permafrost. Por tanto, su deshielo es ya inevitable. En general, incluso en el escenario más optimista, es decir, aquel en que logramos mantener el calentamiento por debajo de los dos grados, las áreas que reúnen las condiciones necesarias para que no se descongelen las turberas de permafrost se reducirían en casi un 60 por ciento.

Si el calentamiento global se estabilizara entre dos y tres grados hacia finales de siglo, esas zonas se reducirían mucho más y quedarían limitadas al extremo norte de Siberia occidental. En el resto de las regiones, los suelos de permafrost se descongelarán, aunque no necesariamente por completo. La materia orgánica ejerce cierto efecto aislante que impediría que se liberara todo el carbono a la atmósfera, según explican Fewster y su equipo.

En simulaciones anteriores, realizadas con modelos climáticos más antiguos, no se habían tenido en cuenta las particularidades de las turberas de permafrost y, en consecuencia, se había subestimado el grado de amenaza que suponía el calentamiento global para este tipo de suelos, señalan los científicos.

No sabemos exactamente qué repercusiones tendrá el deshielo del permafrost en el clima global. Un aumento de las temperaturas en el norte, por ejemplo, favorecería el crecimiento de las plantas y la expansión de los bosques hacia los polos, lo que implicaría un mayor secuestro de carbono en esas regiones.

No obstante, la mayoría de los expertos consideran que, en general, el deshielo del permafrost agravará el cambio climático. También subrayan la importancia del factor temporal. Por ejemplo, la rápida liberación de una gran cantidad de gases de efecto invernadero en las próximas décadas podría tener graves consecuencias climáticas en otros lugares, y esos efectos ya no podrían compensarse con el almacenamiento de carbono en una taiga que migra lentamente hacia el norte.