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Sequía: las respuestas que guarda el Tupungato

Fuente: Dfmas.df.cl

¿Por qué si arriba llueve tanto no se junta la nieve necesaria? ¿Qué pasa con el viento y la evaporación? ¿Es a esa altura el calentamiento global más fuerte? Datos para algunas de esas respuestas ya está comenzando a entregar la estación meteorológica más alta del hemisferio sur, en la cima del volcán Tupungato.

Allí, a  6.505 metros de altura, a 64 kilómetros al este de Santiago y en el límite con Argentina, los científicos buscan algunas de las respuestas para la larga sequía que afecta a la Región Metropolitana. Son 11 años de lluvias escasas y menor nieve para los deshielos, por culpa del cambio climático.

A medida que pase el tiempo, los datos de la estación permitirán a investigadores, científicos y al Estado chileno mejorar el modelo meteorológico y la gestión de los recursos hídricos: desde el Tupungato nace el agua que después desemboca en el río Maipo, la fuente de la que se surten las más de siete millones de personas que habitan esta zona del país.

Para subirla hasta el volcán chileno, 18 personas trabajaron 5 días con helicópteros, dos guías, igual número de arrieros, caballos y mulas. La estación del Tupungato, que además es la más alta del hemisferio occidental, es igual a una que se instaló en el Everest. Con ello se podrá analizar el comportamiento climático en las cumbres más elevadas del globo.

La roca oscura

National Geographic y Rolex -a través de su alianza Perpetual Planet Expeditions- fueron los responsables del proyecto. La estación del Tupungato se complementa con otras que fueron instaladas en 2019, pero más abajo: en la cuenca del Aconcagua a 4.350 metros y en el volcán Tupungatito a 5.575 metros.

Perpetual Planet Expeditions colabora en la investigación del impacto del cambio climático en los sistemas que son vitales para la vida en la Tierra.

Con Chile, la entidad firmó un convenio a través de la Dirección General de Aguas (DGA) del Ministerio de Obras Públicas para exploraciones como la del Tupungato, que es considerado una de las torres de agua más vulnerable de los Andes.  “Hay un compromiso de largo plazo de mantener estas estaciones”; dice a DFMAS Gino Casassa, jefe de la Unidad de Glaciología y Nieves de la DGA.

Debido a que en las alturas más elevadas del planeta permanecen grandes cantidades de nieve y hielo se está investigando el efecto del cambio climático en esos cuerpos. Y hasta ahora, los datos revelan que allá arriba, cerca del sol, las noticias no son muy alentadoras.

“Buscamos comprobar que en grandes alturas el calentamiento global está exacerbado, más que en las zonas altas. Es un efecto de montaña que se ha verificado en otras cordilleras y también en los Andes, pero no al nivel en que están las estaciones”, explica Casassa.

El glaciólogo añade que cuando se derriten la nieve y el hielo, quedando al descubierto las rocas, éstas -que son más oscuras- absorben mayor energía solar, calentando el entorno. Ello gatilla otros fenómenos o ciclos naturales, que calientan aún más el planeta. “Entonces ahora podremos medir el retroceso de los glaciares y nieves”, añade.

Lo que se lleva el viento

Otra de las hipótesis que los datos del Tupungato ayudarán a comprobar es si efectivamente llueve más allá arriba. Los investigadores así lo creen, pero no hay datos duros de que así sea, salvo algunos registros fotográficos o audiovisuales. Lo que se sabe hasta ahora, porque hay cifras, es que por ejemplo en la zona del macizo del San Ramón llueve el doble que en Quinta Normal. Pero si ese patrón se repite a medida que se avanza sobre el nivel del mar hacia el este, no está comprobado.

Y ahí entra otra pregunta. ¿Tiene algo que ver el viento con que no se junte la nieve? Se cree que allá en lo alto las ráfagas son tan fuertes que dificultan la acumulación. Y hay un dato: la estación del Tupungatito mostró el año pasado que la escasa nieve que se había juntado tras los temporales se debía a que el viento se la estaba llevando para el lado argentino.

La última respuesta que se busca en el volcán es si producto del calentamiento global la nieve o el hielo ni siquiera alcanzan a derretirse: se evaporan y esa agua que termina en nube también se va al lado argentino, por los vientos. “Sabemos a través de estudios que la sublimación puede llegar a representar más del 50% de la perdida de hielo”, cuenta Casassa.

Cada estación representa una inversión de unos US$ 120 mil, y el plan del gobierno es aumentar su número y cubrir otras cuencas y sistemas (ver recuadro). Varias están conectadas a la red de telefonía celular, pero las de mayor altitud transmiten por teléfono satelital. Con los datos que está entregando el Tupungato se podrá saber cómo mejorar el manejo del agua.

 

¿Y el permafrost?

Entre los posibles impactos que generaría el aumento de las temperaturas se investiga también el deshielo del permafrost, esa capa de suelo que permanece permanentemente congelado y que suele asociarse a los deshielos en Siberia.

En 2019 la DGA inauguró la primera etapa de la red de monitoreo de permafrost en el Tupungatito, donde instalaron sensores a dos metros de profundidad. La meta es llegar a 2022 con mediciones en todo el país. A esos registros se unirán los glaciares.

Según los expertos, el deshielo del permafrost podría liberar gases con efecto invernadero muy superiores a los vinculados a la quema de combustibles fósiles desde el inicio de la revolución industrial.