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No solo el cambio climático: Estudio determinó cómo el turismo y la investigación científica dañan y contribuyen a derretir la Antártica

Fuente: latercera.com

La Antártica está en peligro. Al igual que gran parte del planeta, sufre las actuales consecuencias del calentamiento global y el cambio climático. El escenario no es alentador. Escasez hídrica, falta de precipitaciones, sequías y altas temperaturas, son los efectos. A esto, se suman elementos como la contaminación, los que también contribuyen de manera considerable.

Una investigación, titulada Huella de carbono negra de la presencia humana en la Antártida, publicada hoy en la revista Nature, justamente revela los resultados de la contaminación en la Antártica generada por el turismo y por las bases de investigación científica. La nieve producto de ambas actividades, presenta concentraciones de hollín entre dos y cuatro veces superiores a las normales respectivamente, es decir, lo suficiente como para acelerar los derretimientos estivales en las zonas afectadas.

Cada turista que visita el continente blanco contribuye a acelerar el derretimiento de unas 100 toneladas de nieve, mientras que cada investigador que trabaja en la Antártica puede contribuir a derretir hasta 1.000 toneladas de nieve en cada visita al continente, advierte la investigación.

Carbono negro

El equipo de trabajo a cago del análisis estuvo compuesto por investigadores chilenos, norteamericanos y alemanes, entre ellos, Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago y director de @AntarcticaCL, quien lideró el estudio. En el estudio, que contó con el apoyo logístico del Instituto Antártico Chileno (INACH), los investigadores recorrieron la Antártica recogiendo cientos de muestras de nieve para medir su contenido de carbono negro, un contaminante que proviene de la combustión incompleta de combustibles que tienen carbono en su estructura química, como el carbón, el petróleo, el gas y la leña.

Las muestras se tomaron en un total de 28 sitios en los alrededores de bases de investigación y de sitios frecuentados por turistas, en un trazado de 2.000 kilómetros, desde el extremo norte de la Antártica, donde está la Base Chilena Escudero, hasta las Montañas Ellsworth, lugar donde se encuentra el campamento Glaciar Unión, a solo 1.300 kilómetros del polo.

El hollín o carbono negro se mantiene en la atmósfera por algunos días hasta que se deposita en suelos, en este caso, en la nieve. Al tener la propiedad de absorber radiación solar, aumenta la temperatura de esas superficies y acelera el derretimiento de la nieve.

Aunque la Antártica es el continente más prístino del planeta, su nieve crecientemente se ve afectada por la deposición de hollín o carbono negro. La principal fuente de ese contaminante son los generadores y motores diésel que dan energía a las crecientes actividades de investigación y turismo en el continente blanco.

Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago y director de @AntarcticaCL, quien lideró el estudio, explica que la presencia humana en la Antártica ha aumentado exponencialmente en las últimas décadas.

“Algunas bases se han convertido en verdaderos centros logísticos. Por ejemplo, Brasil reconstruyó su estación de investigación duplicando su tamaño, mientras que el Reino Unido amplió considerablemente su estación Rothera. Barcos, aviones, generadores, helicópteros y otros vehículos son todas fuentes de hollín que pueden afectar la nieve, varios kilómetros a la redonda. Por otro lado, los buques turísticos, que actualmente realizan casi medio millar de salidas durante el verano, son operados con diésel y, por lo tanto, son otra fuente importante de hollín”, señala Cordero.