Fuente: elmostrador.cl
Con la COP26 de cambio climático en Glasgow, Reino Unido, del 31 de octubre al 12 de noviembre, el mundo espera que las conversaciones sobre el clima demuestren que la implementación del Acuerdo de París se puede acelerar para garantizar que se cumpla la meta de mantener el calentamiento global por debajo de los 2 grados centígrados, y en lo posible de los 1.5° C, para finales de siglo.
Este encuentro debe brindar confianza y claridad para un camino global que nos lleve a lograr la transición hacia un futuro con cero emisiones netas y resiliente al clima, y así prevenir una catástrofe climática. Los negociadores climáticos se reunirán cara a cara por primera vez en 18 meses, en un momento en que los científicos nos advierten que se está acabando el tiempo para evitar daños irreversibles al planeta.
Con esto en mente, activistas y expertos le piden a los líderes mundiales que conviertan sus promesas en acciones y finalicen las cuestiones pendientes del Acuerdo para acelerar la implementación. El llamado se da justo cuando la intensidad y frecuencia de los impactos climáticos están aumentando en todo el mundo, devastando ecosistemas, vidas y medios de subsistencia.
Manuel Pulgar-Vidal, líder global de Clima y Energía de WWF dijo: “Los líderes tienen en sus manos las expectativas colectivas del mundo. Las decisiones que tomen en este momento definirán nuestro futuro en las próximas décadas. Necesitamos poder avanzar el próximo año hacia una nueva era de acción climática, una en la que los líderes mundiales se muevan juntos para abordar el cambio climático, si queremos tener alguna esperanza de mantener el calentamiento a 1.5° C, en beneficio del planeta y las personas”.
Actualmente existe una enorme brecha en la ambición climática de cumplir los objetivos del Acuerdo de París. Recientemente, ONU Cambio Climático publicó su última evaluación de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional o NDC (el plan de acción climática con el que cada Parte del Acuerdo aporta a su cumplimiento) y reveló que, aunque para limitar el calentamiento global a 1,5°C se requiere una reducción del 50% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero para 2030 (en comparación con 2010), con las metas planteadas en las NDC actuales se espera que haya un aumento de alrededor del 16% en las emisiones globales de gases de efecto invernadero para esa fecha. Esto subraya la urgencia y necesidad de que los grandes países emisores hagan más.
Ricardo Bosshard, director de WWF Chile, reconoció lo preocupante que sería un estancamiento de la ambición en términos de la acción climática de los países. “No podemos dejar de reconocer que se ha avanzado y los países han alcanzado algunos consensos básicos, pero la magnitud del desafío que implica la crisis climática y lo tardía de nuestra reacción como humanidad urge decisiones claras y acciones rápidas y concretas hoy que permitan revertir las curvas durante los próximos años”, señaló.
En este sentido, “Chile tiene una doble misión, que esperamos sea reimpulsada en la COP26, donde el país entregará la presidencia de esta conferencia al Reino Unido. Por un lado, debemos incrementar los esfuerzos para que nuestra NDC llegue a alinearse con el objetivo de 1.5°C y, por el otro, comenzar ya a implementar de forma acelerada los compromisos ya suscritos, porque la ventana de acción para ello se cierra muy rápidamente”, comentó Bosshard.
Aspectos claves a tratar
- Descarbonización urgente y rápida, no más excusas: los gobiernos, las ciudades, las empresas, el mundo académico, la sociedad civil y los inversores, entre otros, deben, como prioridad urgente, llevar los sistemas económicos a una base sostenible, alejándose de nuestra dependencia de los combustibles fósiles. Al hacerlo, es vital que los trabajadores en partes insostenibles de la economía global, sus familias y sus comunidades reciban apoyo; nadie debe quedarse atrás. A eso le llamamos “garantizar una transición justa”.
- Acción mediante soluciones basadas en la naturaleza: las soluciones basadas en la naturaleza son iniciativas que protegen, restauran y gestionan de forma sostenible ecosistemas terrestres y oceánicos como bosques, turberas, humedales, sabanas, arrecifes de coral y manglares. Aunque reducen las emisiones, protegen la naturaleza y las personas y crean empleos sostenibles, no sustituyen los recortes de emisiones en otros sectores de la economía. La naturaleza debe protegerse y restaurarse porque absorbe y almacena carbono y juega un papel clave en la adaptación/resiliencia de lugares y comunidades.
- Apoyo para que las personas y la naturaleza se adapten a los efectos del cambio climático: los gobiernos deben intensificar sus acciones para ayudar urgentemente a las personas más vulnerables del mundo y a muchos ecosistemas vitales a adaptarse y desarrollar resiliencia a un mundo que se calienta cada vez más rápido. Debemos fomentar soluciones de adaptación transformadoras. Ejemplos de esto podrían ser revitalizar ríos, restaurar humedales degradados o reubicar las actividades humanas en llanuras aluviales en lugar de construir presas y diques, o cambiar de combustibles fósiles a energías renovables.
- Financiamiento para el futuro: los flujos financieros del sector privado deben estar alineados con los objetivos climáticos internacionales, con el capital dirigido a actividades bajas en carbono, lejos de los combustibles fósiles. Debemos eliminar gradualmente los subsidios dañinos para la naturaleza y las personas. Se deben destinar más fondos para apoyar las prioridades locales y financiar asociaciones innovadoras. Actualmente, solo el 10% del financiamiento climático llega a los actores locales en los países en desarrollo. Los fondos también deben estar disponibles para que los países vulnerables se ocupen de los inevitables impactos económicos y no económicos, conocidos como pérdidas y daños.
- Un giro hacia la implementación: para mantener viva la meta de limitar el calentamiento global a los 1,5°C, los objetivos a corto plazo deben complementarse con estrategias a largo plazo, como exige el Acuerdo de París. Éstos deben incluir compromisos de cero emisiones netas técnicamente sólidos y factibles, con un enfoque principal en la reducción de emisiones, en lugar de compensaciones o tecnologías no probadas.